Época:
Inicio: Año 236 A. C.
Fin: Año 177 D.C.

Antecedente:
Expansión romana



Comentario

La frontera norte de Italia estaba claramente delimitada por la cadena apenínica en el noroeste, pero en el noreste la zona del Piceno se confundía con
los territorios gálicos. Esta había sido siempre la vía de penetración de los galos hacia la Italia central. El control de estos pueblos belicosos había decidido la creación de la colonia romana de Sena Galica (298 a.C.) y las colonias latinas de Ariminum (Rímini), en el 268 y Firmum, en el 264. No obstante, en el 236 a.C. estos galos, apoyados por los galos transalpinos se lanzaron temerariamente a una política anti-romana. Rímini fue en el 236 escenario de una guerra terriblemente dura, que prácticamente supuso el exterminio de los galos senones y parte de los boyos. Probablemente para reforzar la presencia romana en el territorio galo-piceno conquistado a los senones, el tribuno Cayo Flaminio logró que se aprobara la Lex Flaminia de agro Piceno et Gallico, que contemplaba la distribución viritana de estas tierras, es decir, la asignación de parcelas individuales a ciudadanos romanos. La iniciativa del tribuno contó con la hostilidad del Senado, renuente a que se establecieran ciudadanos romanos en un área tan alejada de su centro político, con las imprevisibles consecuencias que esto podía suponer para el orden político y constitucional de Roma. Sin embargo, la iniciativa del tribuno se llevó a cabo y posteriormente, en el 220 a.C., siendo Cayo Flaminio censor, éste hizo construir la vía que lleva su nombre, la vía Flaminia, que unía Roma con Rímini.

De nuevo en el 225 a C., las dos principales poblaciones de los galos cisalpinos, los bayos y los ínsubros, apoyados por los gesatas (galos transalpinos) emprendieron la lucha contra Roma. Los vénetos y cenomanos prefirieron mantenerse en alianza con Roma. Los galos atravesaron la Etruria hasta Clusium y sólo en Telamón fueron derrotados por las tropas romanas al mando de los cónsules L. Emilio Papo y Cayo Atilio Régulo. A partir de este momento Roma, alentada por esta victoria, decidió eliminar definitivamente el peligro galo y conquistar el valle del Po.

El sometimiento de los boyos se logró en poco tiempo. Sin embargo, la lucha contra los ínsubros fue larga y de extrema dureza. El cónsul M. Claudio Marcelo consiguió vencerlos en Clastidium (222 a.C.), matando a su jefe Viridomar. La conquista definitiva del territorio fue concluida por el otro cónsul, Cneo Cornelio Escipión Calvo, que sometió el principal centro ínsubro, Mediolanium (Milán). La victoria romana fue asegurada con la creación de dos importantes colonias latinas, Cremona y Plasencia, con seis mil colonos cada una.

La invasión de Italia por Anibal, atravesando los valles alpinos, puso en cuestión la sumisión de los galos por Roma, ya que éstos se aliaron a los cartagineses rápidamente. Sólo Cremona y Plasencia lograron resistir la hostilidad del entorno gálico, al menos hasta el 200 a.C. en que Plasencia fue ocupada y destruida por los galos.

También la Liguria siguió un camino parecido al de la Galia Cisalpina.

Los ligures eran un pueblo bárbaro que habitaban un país montañoso con refugios inaccesibles y que se dedicaban a realizar incursiones depredatorias

periódicamente, tanto contra las ciudades etruscas como contra las colonias de la Cisalpina. La lucha contra los ligures fue larga y llena de dificultades, por lo intrincado y abrupto del terreno. Roma se vio obligada a efectuar transferencias masivas de población hacia lugares menos defendibles. En el 180 a.C. se fundó la colonia latina de Luca y en el 177 la colonia romana de Luni. Finalmente, se trazó una vía que unía el país ligur desde Génova con la colonia de Plasencia. Así, se completó la pacificación de Italia hasta los límites naturales de la península.